miércoles, 18 de noviembre de 2015

Al rededor del Fujiyama: Aokigahara "bosque de los suicidas",

Cerca del Fujiyama se encuentra un bosque conocido como el de los suicidas ya que gran cantidad de japoneses se suicidan en este lugar. Es un bosque de 35 km² ubicado al noroeste de la base del Monte Fuji. El bosque tiene una asociación histórica con demonios de la mitología japonesa, habiendo poemas de 1000 años indicando que el bosque está maldito. El turismo tiene una limitación pero no esta prohibido, aunque se colocan numerosas señales de advertencia en varios idiomas para ayudar a las personas que piensan en suicidarse, a buscar ayuda de familiares antes de dejarlo todo.





                                                                           

miércoles, 4 de noviembre de 2015

¿Cómo, cuándo y por qué se formó?

El Fujiyama es una montaña relativamente reciente, como lo demuestra la forma de su cono. Su morfología, ha sido plasmada por flujos de lava muy líquida y elástica, lo que ha determinado que se formaran, en cada una de sus laderas, pendientes suaves y regulares. Hará unos 300.000 años atrás, una fase de paroxismo volcánico elevó un inmenso cono sobre un basamento del terciario superponiéndolo a otros dos, más antiguos y de menos altura, y creando esta grandiosa mole que hoy suscita tanta admiración.

Leyenda del Fujiyama

Diosa floreciente.

Los míticos orígenes del Fuji,  se narran en las primeras páginas del Kojiki, texto sagrado del sintoísmo (religión nativa) y al mismo tiempo la primera historia de Japón. Este libro fue redactado en el año 712 por Yasumaro, por orden del emperador, quién conseguiría su ascendencia divina a través de la descripción de los mitos transmitidos oralmente desde los más remotos tiempos. Intento de cosmogonía del mundo occidental. Estos mitos nos cuentan que de la unión de dos divinidades nació el país de las ocho grandes islas. 
El padre de estas islas, desesperado, desenvainó la espada y cortó en seis pedazos a un hijo recién nacido: estos pedazos fueron la cabeza, el vientre, el pecho, los genitales, las manos y los pies. Pero de cada uno de estos pedazos tomó forma un nuevo dios de las montañas, protector de los pasos, de los senderos, de los viandantes y de la vegetación. Y sobre todos ellos reina como soberano Oh-yama-tsumi, el gran dios del Fuji, con su hija, la augusta princesa.